Imaginen esta escena en la esquina de una habitación a medio llenar:una mujer se encuentra con su propio reflejo en el vidrio que recorre el lugar de pared a pared. Se sorprende. El color de los objetos es casi el mismo que ella ve al bajar la mirada y confirmar que su vestido es azul. El sol le golpea la piel, la ilumina dándole el mismo carácter tenue y seguro; sin embargo, todo en ese otro lado es diferente, lo es su propia textura, lo son las personas.
Algo similar sucede con la obra de David Hockney y Stephen Shore, específicamente con portrait of an artist de Hockney y Billboard de Shore, dos obras que representan fielmente el equilibrio presente en cada una de sus técnicas.
Hockney (Yorkshire, 1937) muestra desde su pintura una escena mundana cargada de tensión y color que encuentra en las montañas el balance perfecto para contrastar con la menuda figura masculina, detalle que juega parte importante dentro de la historia que se construye en la mente del espectador. La imagen de Hockney, mundana y situacional a primera vista deja ver un talento innegable para el retrato, un manejo de color vibrante y una mirada que se juega entre lo real y lo imaginado.
La fotografía de Shore (Nueva York, 1947) es para mí una captura equivalente de Portrait of an artist por no solo por el tono banal que apunta a la cultura de occidente sino por la capacidad de entender, desde diferentes disciplinas, la importancia del color. Una importancia que no solo es producto de la naturaleza de las cosas sino de la condición maleable que tiene la luz.
Más allá, las dos imágenes hablan un lenguaje visual familiar para la cultura popular, un lenguaje fácilmente anclado a lo cinematográfico. Personalmente me hacen pensar en estéticas muy diferentes de la misma década, los años setenta; Billboard siendo más cercana a una escena de Alice doesn´t live here anymore de Martin Scorsese y Portrait of an artist a Boggie nights de Paul Thomas Anderson.
Las obras se alimentan mutuamente al tenerlas en el mismo plano, en un momento pareciendo que el personaje de la segunda imagen acaba de cruzar aquella carretera fotografiada por Shore solo para llegar al encuentro del bañista, personaje que brilla con ansiedad bajo el resplandor de la tarde, bajo el pincel de Hockney.
En el tiempo, las imágenes se acompañan; siendo portrait of an artist parte del trabajo realizado por el artista en la década de los setenta y Billboard parte de la serie que se publicó en 1982 bajo el nombre Uncommon Places. Así entonces, contemporáneas y vecinas en medio de sus diferencias, las dos hablan de un cambio de estética que estaba surgiendo en esa época en el mundo del arte. Shore por su parte, es considerado uno de los artistas-fotógrafos que generó más impacto en el arte contemporáneo gracias a su experimentación con la película a color y una temática cotidiana que bajo su lente aparecía sublimada. Hockney, desde la vanguardia Inglesa de la posguerra ha sido por más de 50 años uno de los pintores más importantes de su país caracterizándose por una estética que va mucho más allá del pop.
Entonces, nos encontramos con un reflejo que se mueve y se reinventa, se aleja de la imagen que pensábamos representaba y al final se decide no por comparar dos lados, dos técnicas, dos artistas, sino por situarlas juntas para que se complementen y conversen. Un dialogo que aunque fijo en el tiempo salta de la mano de estos dos contemporáneos que ajenos el uno del otro crearon una captura paralela.
Imagine a scene in the corner of a half-filled room. A woman meets her own reflection in the glass that extends from wall to wall. Suddenness moves her. The color of the objects is almost the same as the ones she sees when looking down and confirming that her dress is blue. The sun hits her skin, giving it the same dim and confident glow, but everything on the other side is different, as is her own texture and the people around her.
Something similar happens with the work of David Hockney and Stephen Shore, specifically with Portrait of an Artist by Hockney and Billboard by Shore, two works that represent the true equilibrium present in both of their techniques.
Hockney (Yorkshire, 1937) samples in his painting a mundane scene full of tension and color that finds balance between the mountains and the minute male figure, detail that plays an important role in the story that builds within the viewer’s mind. Hockney’s image, situational and mundane at first glance, reveals an undeniable talent for portraiture, a vibrant skill for color and a point of view that plays between the real and the imagined.
Shore’s photography (New York, 1947) is to me an equivalent capture of Portrait of an Artist not only because of the banal tone that points to Western culture but because of the ability to understand, from different disciplines, the importance of color; an importance that is not only a product of the nature of things, but of the flexible condition of light. Beyond that, the two images speak in a visual language familiar to popular culture, a language easily anchored to film. They both have a very different aesthetic of the same decade, the seventies; Billboard being closer to a scene from Alice Doesn’t Live Here Anymore by Martin Scorsese and Portrait of an Artist to Boogie Nights by Paul Thomas Anderson.
The works feed off each other while existing in the same plane, at moments seeming as though the character from the second image is crossing the road photographed by Shore just to meet the swimmer, a character that shines anxiously under the glare of the afternoon, under Hockney’s brush.
In time, the images accompany each other, Portrait of an Artist being part of the work done by the artist in the seventies and Billboard from the series Uncommon Places, published in 1982. So then, contemporary in the midst of their differences, the two speak of a change in aesthetics that was emerging at that time in the world of art. Shore, on one hand, is considered one of the most impactful photographers/artists of contemporary art by experimenting with color film and conventional themes that appeared sublime under his lens. Hockney, from the post-war British art scene has been, for over 50 years, one of the most important painters of his country characterized by an aesthetic that exceeds pop art.
And so, we find a reflection that moves and reinvents itself away from the image that it thought represented and ultimately decides not to compare two sides, two techniques, two artists, but instead joins them together to complement each other and converse. A dialogue that, although fixed in time, leaps from the hands of these two contemporaries, though foreign to each other captured a parallel instant.