Pier 24

En mi opinión todas las visitas a alguna parte terminan por ser, en cierta medida, sorprendentes. Sorprendentemente increíbles, aburridas o cualquier otro calificativo que se decida usar; lo importante es dejarse ir y esperar que al final quede algo para contar.

Recientemente tuve la oportunidad de visitar Pier 24 o Muelle 24 en San Francisco, CA, un museo de fotografía que hace parte de la Fundación Pilara. El espacio alberga y presenta una de las colecciones privadas más grandes del mundo-y créanme que sorprende de manera tan positiva que el primer deseo es: que el recorrido jamás termine.

Techos altísimos, un silencio diáfano y una cantidad de visitantes reducida (se debe hacer cita y no se reciben más de 20 personas por día) hacen que uno se pierda en un deleite visual/mental que persiste en hacer compañía a lo largo de las distintas salas por las que van apareciendo series de William Eggleston, Diane Arbus, Jeff Wall, Richard Avidon, Dorothea Lange y Lee Friedlander entre otros.

Al caminar por el espacio uno se llega a sentir pequeño gracias a la mezcla de arquitectura industrial, llena de tubos, estructuras metálicas y enormes vigas de madera. Eso y los grandes formatos, ubicados cómodamente, invitando a quedarse frente a ellos más de lo establecido.

Y es solo el comienzo, cuando las fotografías terminan inicia el mar, los barcos y todo eso que los sigue. “Aquí traemos a la gente para descrestar” dice Chris con una sonrisa mientras nos dirige a un salón con enormes ventanas y yo me pregunto ¿se refiere a la sala o al museo? Todo descresta, le respondo. Pero no como alguien que por causar una buena impresión se pone demasiada colonia, es más como el que decide vestirse de negro y usar el reloj de su abuelo.

El Chris al que me refiero es Chris McCall, director del museo quien dice que el proyecto ha tomado mucho trabajo y esfuerzo reunido para ser lo que es hoy. “Hace dos años el embarcadero no estaba en condiciones de exhibir arte pero el trabajo de Andy y Mary Pilara han hecho que desde Febrero de este año Pier 24 sea una realidad.”

Y créanme, ha valido la pena. La colección cuenta con más de 2400 fotografías originales que se van presentando en exhibiciones que duran entre seis meses y un año, las cuales son curadas por el propio McCall y demás integrantes de la fundación; siendo Jeffrey Fraenkel, Andy Pilara y Chris los curadores de la primera muestra.

Fuimos afortunados al ver esta exposición ya que comenzaron a bajarla una semana después de nuestra visita, la próxima exhibición mostrará las imágenes del primer libro de William Eggleston, Guide, así como el trabajo de Walker Evans, uno de los fotógrafos norteamericanos más influyentes de la fotografía moderna-la cual podrán visitar virtualmente en la página web de Pier 24.

Y así va terminando la visita y nos quedamos viendo a lo lejos mientras McCall nos dice: hace poco apareció una ballena muerta allí, mientras señala justo a unos metros…media unos 20 pies… la marea también trajo una valija que cargaba el cadáver de una mujer hace ya algún tiempo, la policía vino a indagarnos…fue surreal. Nuestras bocas quedaron abiertas. Pues entonces fue igual que nuestra visita a Pier 24, respondí. Sorprendentemente surreal.


In my opinion, all visits end up being, to some extent, surprising. Surprisingly amazing, boring or any other adjective you decide to use, the important matter is to let go and hope that in the end there is something to tell.

I recently had the opportunity to visit Pier 24 in San Francisco, CA, a photography museum that is part of the Pilara Foundation. The spaces houses and exhibits one of the largest private photography collections in the world, and believe me, it surprises in such a positive way that the first wish is: For the path to never end.

High ceilings, airy silence and a reduced number of visitors (must make an appointment and no more than 20 people are allowed per day) make it a visual / mental delight to get lost in, one that persists in keeping you company across different rooms in which the works of William Eggleston, Diane Arbus, Jeff Wall, Richard Avedon, Dorothea Lange, Lee Friedlander, and others appear.

Walking through the space you get the feeling of being small thanks to the mix of industrial architecture, tubes, metal structures and huge wooden beams. That and the large format pieces, comfortably located, inviting you to keep staring for a bit longer than established.

And that is just the beginning, when the pictures end the sea makes its entrance along with boats and everything that follows. “This is where we bring people to cause an impression” says Chris with a smile as he leads us to a room with huge windows, and I wonder is he refers to the room or the museum? Everything causes quite an impression, I answer. But not a silly feel like someone that uses too much cologne to impress, it’s like deciding to wear black and your grandfather´s old watch.

The Chris I am referring to is Chris McCall, director of the museum who says the project has taken much work and effort to be what it is today. “Two years ago the pier was not in any condition to display art, but through the work of Andy and Mary Pilara have made Pier 24 a reality since February this year.”

And believe me, it was worth it. The collection includes more than 2400 original photographs that are presented in exhibitions that last between six months and one year, which are curated by McCall, Pilara, and other members of the foundation. For the inaugural exhibit the curators where Jeffrey Fraenkel, Andy Pilara and Chris.

We were lucky to see this exhibition, as they started to take it down a week after our visit. The next exhibit will display images of William Eggleston’s first book, Guide, and the work of Walker Evans, one of the most influential American photographers of modern photography, which can be visited virtually on the Pier 24 website.

And so the visit winds down and we all gaze at the sea from afar while McCall says that recently a dead whale appeared right there, pointing just a few meters away … it was almost 20 feet long … the tide also brought a suitcase carrying the corpse of a woman a while back; the police came to inquire…it was surreal. Our mouths dropped open. So it was like our visit to Pier 24, I replied. Surprisingly surreal.